En no pocas ocasiones, cuando hemos querido conocer más sobre el pasado de nuestro pueblo, nos hemos encontrado con escasez de fuentes o falta de datos a los que recurrir. La razón que se aduce en algunos documentos, como en el libro “El caso de Otones de Benjumea”, es que un incendio ocurrido a mediados del siglo XIX destruyó el archivo municipal.
Pues bien, hemos encontrado más información sobre este suceso en la prensa del momento. Así lo cuenta El Porvenir Segoviano: periódico literario y de intereses materiales en su edición de 30 de septiembre de 1864:
“A la una de la mañana de antes de ayer, 28 del corriente, se advirtió un incendio ya muy extendido en una de las casas habitadas del pueblo de los Otones. A pesar de los esfuerzos del vecindario y de los muchos auxiliantes, que de Turégano y aldeas comarcanas acudieron con meritoria prontitud, el fuego, a impulso del fuerte viento que reinaba, devoró en las cortas horas que hasta el amanecer mediaron no solamente la primera casa invadida con cuanto en ella se encerraba, incluso los ganados, cereales apenas recogidos, y papeles todos de la Secretaría de Ayuntamiento, que allí estaba por ser su morador el Secretario, sino otras tres casas más, de las cuales se extrajeron los ganados, muebles y algunos granos. Tales proporciones adquirió el incendio que amenazando consumir la población, fue preciso adoptar como medida salvadora el cortarle por la destrucción de la Casa municipal en la que se incluía el local de la Escuela de niños.
Una sola consideración mitiga la intensa aflicción por tan terrible siniestro, la de no haber ocurrido en él desgracia alguna personal. La autoridad local de Otones, la municipal de Turégano que con la fuerza de la benemérita Guardia Civil al mando de su celosísimo jefe el Capitán Sr. Caballero, acudieron al lugar de la catástrofe en el momento que recibieron la noticia, todos emplearon cuanta eficacia estuvo a su alcance para minorar los estragos, y socorrer a las infelices familias que así entre el terror de esta indescriptible situación se vieron sumidas en la mayor desgracia.
Instrúyense las correspondientes diligencias en averiguaciones de la causa del incendio y la creencia general la supone no intencional sino fortuita.
En las numerosas con-causas ocasionales de tales males en la generalidad de estas aldeas, por cuya remoción o aminoramiento, al menos, hasta la impertinencia venimos clamando, y sabemos se emplean los esfuerzos de la Autoridad superior provincial, en ese riesgo permanente de que las casas agrícolas se incendien en su malísima distribución de oficinas rurales, pajares, tenadas, hornos de cocer, etc., etc., hay que reconocer la mano de la Providencia, sin cuyo favor no se concibe que este aterrador siniestro no sea el espectáculo aflictivo más empedernido”.