Un poco de historia

Hállase situado este pueblecito de la meseta castellana en la provincia de Segovia distando de esta capital 30 kilómetros.

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El nombre le viene de su propia orografía: Cerros, Oteros, Otones, Atalayas, Alturas desde donde se otea. Dentro de los cerros característicos de Otones, es significativo el que en singular determina su nombre llamado “Cerro El Otón”.

Propiedad del Pueblo

Por los años 1755 y 1756 Otones era copropiedad de la Mitra Segoviana y el Mayorazgo de D. Pedro Virués, vecino de Madrid.

Se desconocen datos anteriores, debido a un incendio del archivo municipal allá a mediados del XIX, pero se supone que fue un pueblo de colonos, origen del marquesado de posterior mención en este relato.

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La propiedad del Mayorazgo fue adquirida por los Condes de Mansilla y a finales del XIX por el Marqués de Lozoya, quién primero compartió propiedad con la Mitra Segoviana y posteriormente compró la parte de ésta formando un Coto Redondo Vedado de Caza, dedicado algo más de la mitad a tierras de labranza y el resto a monte de encinas.

La propiedad paso, por venta de dicho Marqués a la Marquesa de Aldama, quién quiso vender a los colonos, pero por mor de las normas y otras dificultades, sobre todo las económicas de los colonos, no pudo hacerlo, vendiendo a un único propietario con posibles, llamado Don Santiago Adrados. Este quiso en principio vender a los colonos tras comprobar que su pretensión de subir la renta el triplo de la existente no era viable para éstos, intentando vender por precio que tampoco podían pagar, concretamente el doble de lo por él pagado a la Marquesa. Por intervención de la Marquesa de Aldama, al final Don Santiago Adrados vendió por algo menos de lo pagado.

Adquisición de las tierras por los colonos

Informados en 1927 los colonos a través del expresado Sr. Adrados de la publicación del Real Decreto de 7 de enero de 1927, que posibilitaba la adquisición por los colonos de fincas que labraban, mediante la concesión de préstamos a bajo interés, facilitados por el Estado a través de la Dirección General de Acción Social y Emigración, se iniciaron las gestiones precisas por los dirigentes del pueblo, a través del Alcalde Don Eladio Velasco Ramos.

La petición tuvo buena acogida, siendo de destacar la actuación de ciertos funcionarios que tomaron empeño en que el expediente saliera adelante en condiciones idóneas, siendo los artífices principales de la Administración: Don Luis Benjumea, quien después sería nombrado Alcalde honorario y de quién el pueblo adquirió su sobre-nombre. Del Conde de los Andes que actuó en el programa con el mismo entusiasmo. Posteriormente el Director General de Agricultura, Don Andrés Garrido, autor del libro de Otones, a quienes junto con El Citado Conde y El ministro de Trabajo de la época: Sr. Aunós, les fue dedicada una calle del pueblo a cada uno de ellos.

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El pueblo de Otones de Benjumea, agradecido, agasajó con sendos homenajes a Don Luis Benjumea y a Don Andrés Garrido. Pueblo agradecido, no ya por haber cumplido éstos con su obligación de seguimiento y aplicación de la norma, sino por la forma, empeño y entusiasmo con que llevaron a cabo el programa, en gran parte debido a que se querían obtener los mejores resultados del contenido del expresado Real Decreto, especialmente por haber sido Otones el pueblo que primero formuló solicitud de aplicación, y al que primero se le aplicó el mismo.

Quizás en alguna medida el pueblo de Otones deba estar agradecido a Don Santiago Adrados, por haber informado a los colonos del contenido y existencia del Real Decreto, pues no es lógico pensar: que lo hiciera sólo por cuestiones de interés, ya que al final vendió por algo menos del precio pagado por él a la Marquesa, y que si bien no fue el vocero o valedor que echaba de menos y que hubiera deseado tener el Sr. Velasco –Alcalde-, sí en cambio fue un oportuno informador, en tiempos en que faltaba o era escasa la información, no siendo de extrañar que, al Alcalde se le pasara o le pasara de largo la lectura o la interpretación de las gacetas oficiales que sin duda recibiría.

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Otones pasó por ser el primer pueblo que iba a aplicar el contenido del expresado Real Decreto, sin cuya norma hubiera sido difícil la adquisición de las fincas por los colonos, quienes hicieron un primer pago del 20% de cada lote, de un total precio de 707.000.-pts.- que costó todo el término, y mas el 5% de interés a 25 años -incluidas las construcciones comunes de la Plaza-. Luego esta medida sería aplicable a un gran número de pueblos de España, pero Otones pasó por ser el primero.

Aquellos montes de encinas, casi una tercera parte de las 1640 Has. de que consta el término municipal de Otones, fueron librados de encinas y roturados, para dedicarse en exclusiva al cultivo de cereales, leguminosa, y pasto de ganadería, situación que se mantiene en nuestros días.

El reparto del término y parte indivisa de edificios comunes de la Plaza, se dividió en 54 lotes, 53 lotes adjudicados a 52 colonos.

El carácter de sus habitantes

Es de destacar en este pequeño pueblo la afabilidad y solidaridad puesta de manifiesto en situaciones normales, y en especial en las que revisten una cierta problemática o dificultad, como cuando se adquirieron las fincas expresadas.

Aquellos que no tenían dinero para anticipar el primero de los pagos, fue ayudado en alguna medida por aquellos que podían pagar, y con ello adquirir su lote. Salvo una persona que adquirió dos, nadie quedó sin lote, salvo el Cura, El Maestro, alguna viuda que dependía de sus hijos y dos vecinos que no quisieron su lote.

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Aquella división equitativa y la difícil adjudicación de parcelas, llevada a cabo sin ningún conflicto de sañalar, acabó en buena medida con las inevitables rencillas existentes en todos los pequeños pueblos, donde todos se conocen, y que para lo sucesivo facilitó la convivencia del colectivo de Otones, por aquellas fechas con un censo de unos 65 vecinos y población de 300 habitantes, experimentando ésta un fuerte incremento a continuación de aquel reparto, hasta alcanzar unos 500 habitantes en los años cincuenta, quizás guiados aquellos colonos por la seguridad que aquellas nuevas propiedades les proporcionaban.

Invitación a la continuidad

Otones, quizás por aquella gesta o con motivo de la continuación de aquellas especiales vivencias, es un pueblo bastante afectivo, con una cierta unión y buen trato entre sus gentes, siendo de desear que las nuevas generaciones mantengan ese carácter y testigo. Como dijo el Pregonero Enrique, de una de las fiestas estivales: ¡Otones, no cambies!

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