Pregón de D. Enrique Hernández (1996)

HIJOS ADOPTIVOS

Vecinos de éste pueblo, amigos y visitantes venidos de otras tierras a éstas fiestas de 1.996 en OTONES DE BENJUMEA, GRACIAS.

Gracias a todos, principalmente a los componentes de la comisión, por permitirme deciros el pregón éste año. Por permitírselo decir a alguien, como yo he llamado a éste pregón, de sus hijos adoptivos.

Sería un atrevimiento por mi parte, después de los pregones de los hijos del pueblo, que yo pretendiera deciros aquí historias de sus personajes ó de sus tierras.

Somos quizás tantos como los nacidos en éste termino los que por un motivo ó por otro venimos disfrutando, continua ó esporádicamente, de la vida de éste acogedor, tranquilo, sano, fresco y pequeño pueblo. Sí quisiera deciros, porqué muchos no nacidos aquí, sin intentarlo, hemos conseguido quererlo tanto y a veces quizás más que los oriundos.

Son varios los motivos por los que podemos sentirnos a gusto aquí en OTONES, con sus vecinos y con su vida.

Además de por su clima en el tiempo del estío, los que vivimos en grandes urbes, valoramos la tranquilidad de éste ambiente, el puro hablar castellano, la ausencia de prisas … (no siendo para formar la partida después de la misa dominical) hasta el punto, cosa rara para las gentes de la capital, de no tener necesidad de ése aparato que nos acorta la vida llamado reloj.

Quiero pediros, en nombre de todos los que nos acogéis, que no cambiéis. No que no progreséis, como habéis hecho con el agua y el teléfono, pero que continuéis dando prioridad y más importancia a las charlas en las puertas de las casas, durante las pocas noches calurosas que disfrutamos, que a la película de turno en la caja tonta. Vuestra conversación aunque no lo creáis, tiene más interés y sobre todo más valor humano que lo que nos puedan decir los medios de comunicación.

Tiene también un valor incalculable, que en unas tierras a tan solo 130 Kms. de la capital de una nación en pleno siglo XX, ya en las puertas del XXI, se puedan tener durante todo el día las puertas de las casas abiertas y que una carta te la entreguen en mano aunque solo ponga tu nombre de pila.

Poder pasear por todo el termino, sin necesidad de documentación ó dinero, sentarse en cualquier lugar y saber que quien pase te saludará por tu nombre y hasta muchas veces se pararán para tener una charla contigo el tiempo que dura un pitillo.

Quizás no nos demos cuenta de todo lo que han aprendido muchos niños aquí. Los primeros pasos, las primeras carreras, las primeras caídas en bicicleta, los primeros bailes, las primeras copas, las primeras salidas nocturnas y quizás también el primer beso inocente, pero no por eso menos furtivo … y todo eso en éste pequeño pueblo.

Muchos de los que han hecho por primera vez lo anterior, ahora quizás no estarán aquí, pero no preocuparos, si todo sigue igual volverán. Volverán y traerán a sus hijos, porque aquí, aunque no los vean, sabrán que están seguros y con buena gente.

Como me decíais uno de vosotros el año pasado «da alegría ver tanto crío en la plaza».

Procuremos entre todos conservar lo que tenemos y aunque solo sea durante dos meses en el año, ésta plaza se llenará de niños alegres, mientras sus padres, despreocupados, disfrutan de la charla amena y aunque no por improvisada menos interesante.

Como veis no solo por su historia sino por el presente, también vale la pena querer a éste pueblo. Tengamos felices fiestas. Y ahora es necesario que todos digamos:

¡VIVA SAN BENITO! ¡VIVA OTONES!.