Pregón de D. Oscar Romano Yuste (1998)

Queridos amigos de Otones. Hay palabras o frases que se dicen sin caer en la cuenta y cuando uno las piensa resulta que son de lo más acertado. Por ejemplo: lo de «queridos amigos» tiene su razón de ser. Uno viene a su pueblo y sabe que está con la gente que quiere y que le quiere. Decir «de Otones» también es importante; como nos recuerda el lema que está puesto en los carteles de mano:»Quien viene, repite». Muchas de las caras de este año ya estaban el año pasado y hace dos…Y repiten.

Empiezo con los agradecimientos. En primer lugar a la comisión de fiestas por contar conmigo. Cuando me lo dijeron la primera vez me dio un poco de palo. Luego pensé «ha habido cuatro antes que yo y como no hay quinto malo… Adelante». Además: he sido en mis años de crío pregonero antes que fraile y algo de experiencia ya sí que tengo, así que… adelante.

Agradecer también a los predecesores: 4 pregoneros 4. Y aplaudo la idea de esta comisión de empezar a publicar los pregones con el fin de no perderlos y poder disfrutar de ellos a lo largo del año en especial en aquellos momentos en que encontrándonos lejos queramos recordar.

Agradecer y recordar a PACO y todas las cosas que sacó para nosotros del baúl de los recuerdos: «Sólo con dejar volar la imaginación me vienen mil recuerdos, anécdotas, costumbres perdidas, personajes insólitos, rincones agradables, imágenes inolvidables e irrepetibles de este pueblo único y afectuoso como pocos».

Agradecer y recordar a RAÚL que rememoró para todos el caso de Otones de Benjumea, cuando los habitantes de estas tierras se encontraban «sin vocero ni valedor, cerradas las puertas e irremediable su desgracia» y cómo vieron sus ojos las tierras sembradas, las calles iluminadas o con agua en las casas.

Agradecer y recordar a ENRIQUE y su pregón de los hijos adoptivos. Venir a un pueblo «por su agradable clima en el tiempo de estío, porque los que vivimos en grandes urbes valoramos la tranquilidad de este ambiente, el puro hablar castellano, la ausencia de prisas hasta el punto, cosa rara para las gentes de la capital, de no tener necesidad de ese aparato que nos acorta la vida llamado reloj».

O la lección de historia (y las lecciones de la historia) de JUANFRAN el año pasado. «su progreso económico, el respeto al medio ambiente, la participación en las instituciones, el acondicionamiento de espacios para el esparcimiento, la rehabilitación de edificios para uso comunitario, la prestación de los servicios básicos, la mejora de las relaciones humanas, la recuperación de nuestras tradiciones históricas y culturales, podrían ser, entre otros, afanes y tareas comunes para hacer de nuestro pueblo un entorno más agradable para los que viven en él y para los que regresamos».

Hacer un pregón viene a ser algo parecido a pasar por la seleccionadora, se parte de los recuerdos que uno tiene (una porción del trigo bueno de la cosecha). Los recuerdos se basculan, se pasan por el sinfín, se criban, se añade la fusina, se meten en sacos y ya está preparado para la siembra.

Uno es joven y apenas ha cumplido la edad de hablar en público y por eso le da un cierto miedo ponerse delante de este auditorio. Como poco puedo mirar para atrás, quisiera echar la vista hacia adelante. No pensando en lo que queda atrás sino en lo que está por venir. En esta noche me gustaría soñar. El sueño no sólo es lo que sucede a una buena comida ni el cansancio que viene detrás de un día duro de trabajo. En el sueño se reproducen los mejores anhelos que cada uno de nosotros tiene.

Soñar con un cuento recordando que alguien un día al niño que fuimos(o que somos)también le dormía con cuentos. Para desear buenas noches y feliz descanso. Un cuento era vivir en ese mundo de sueños distinto del mundo real pero más maravilloso. Soñamos juntos esta noche con este cuento(y si alguien quiere, que cierre los ojos).

Es una historia del Viejo Antonio y que canta Silvio. Erase una vez… Así empiezan todos los cuentos. Era una noche de caza. Salimos a ver si pillábamos algo. La lluvia se nos echó encima. Corrimos hacia la cabaña para podernos cobijar. Cuando escampó, la noche dejó ver un puñado de estrellas. El Viejo Antonio, señalando hacia lo alto, dijo: «Mira». Yo recordé aquel proverbio que dice «cuando el sabio señala la luna, el tonto se queda mirando el dedo». El me sorprendió saliendo por otra cosa, por los cerros de Úbeda, como si dijéramos. Tonto sería, dijo él, si se pusiera a señalar el sol, porque no tendría solución inteligente: si mira al sol, se queda ciego; si mira al dedo sigue el camino que le marca otro. Yo pensé que había llegado el momento de poner toda mi atención porque podía aprender algo definitivo. Dije: Entonces, ¿qué hacer?. Dijo: el camino lo vamos a encontrar cuando sepamos hablar y escuchar, hablar y escuchar a los que están cerca y hablar y escuchar a los que están lejos. Añadió: la vida es un continuo sube y baja de la mirada. Cuando se sueña hay que mirar hacia arriba, cuando se trabaja hay que mirar a la tierra.

Hasta aquí la historia. Momento de compaginar sueños y trabajos. Momento de estar en sintonía unos con otros. La fiesta es una buena ocasión para ello. Es el momento de hablar y escuchar. Hablar y escuchar a los que están cerca y hablar y escuchar a los que están lejos. escuchar a los que se quedaron; hablar y escuchar a los que marchándose siguen regresando por las fiestas.

Hablar y escuchar. Prestar atención a todos. Siempre hemos querido encontrar ese tesoro de saber dialogar. La conversación no consiste en formular peticiones o suplicas, ni en ladrarse órdenes o amenazas, ni siquiera en susurrar halagos o promesas de amor.

Saber conversar, y vamos a tener muchas oportunidades para ello, es un arte hecho de inteligencia, de humor, de buenos argumentos, de anécdotas o historia apropiadas, de atención a lo que dice el otro. Ojalá estos días de las fiestas nos sirvan a todos para saber conversar. Conversar no es solo ser versado en algo, saber muchas cosas, tener mucho rollo. Es verterse, inclinarse, hacia los demás. Me gustaría que fuera un sueño que se hiciera realidad.

Otro sueño: el saber aprovechar las cosas pequeñas. Decía el poeta: «en el rocío de las cosas pequeñas, el corazón encuentra su alborada y se refresca». Refrescarnos juntos estos días en la alegría de la fiesta, de la amistad, de las cosas sencillas, el arrimar el hombro. Las fiestas, o las hacemos entre todos o no serán.

Amigos de Otones y los que por aquí os acercáis. Buena fiesta, buenas conversaciones, buenos sueños, que todo salga bien. ¡FELICES FIESTAS PARA TODOS!. Y a San Benito pedimos por ser nuestro patrón nos guíe en estos días y nos dé su bendición.

Y ahora decid conmigo: ¡VIVA SAN BENITO! ¡VIVA OTONES!