El esgrafiado, entendido como revestimiento mural pertenece a una familia de acabados decorativos conocida con el nombre de «revocos» o «revoques», que participan de la característica común de utilizar para su confección una argamasa compuesta de un conglomerante (cal, cemento, yeso, barro, etc.), un relleno (arena, paja, ladrillo machacado, etc.) y agua. Con estos tres elementos se confecciona una pasta o mortero con la cual se ocultan las fábricas de los edificios con el objeto de darles una apariencia más rica, ala vez que sirve de protección al propio muro.
Aquellos revocos que utilizan la cal o el cemento como conglomerante cuentan normalmente con dos fases: la primera es el enfoscado, una capa cuya misión es la de servir de soporte y regularizar la superficie del muro; es en realidad una preparación para la decoración ya que nunca va a quedar a la vista, puesto que sobre el enfoscado irá la segunda fase, la superficie decorativa, realizada en una o en varias capas sucesivas que reciben en conjunto el nombre de revoco, propiamente dicho.
En el caso del esgrafiado en Otones el conglomerante suele ser cal, aunque modernamente se haya utilizado también el cemento o la mezcla de ambos (conocida como «mortero bastardo»); el relleno o material de armar es la arena, que además aporta el color
Rafael Ruiz Alonso
Hoy en día se han perdido algunos de los esgrafiados que adornaban las fachadas de Otones, otros se han recuperado o se han limpiado y pintado para dejarlos en condiciones optimas. Esperamos que se continúe con las restauraciones y se empiece a valorar mas este tradicional sistema de ornamentación para que sean realidad nuevos trabajos, incluso nuevas composiciones que no tienen porque ser siempre motivos geométricos.
Sergio López González
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