Labores agrícolas de antaño (en las eras)

Una vez que estaba la mies en la era, se comenzaba la trilla y la limpia. Los trillos estaban compuestos de tres o cuatro tablones bien ensamblados que formaban un rectángulo con uno de sus extremos alabeado para que se deslizara por la mies. La cara inferior estaba cubierta de pequeñas piedras de cuarzo o pedernal con finas aristas que cortaban la parva. Dando vueltas por la parva se iba desmenuzando la paja y se dejaba libre la semilla. El trillo solía ser arrastrado por un par de animales, a los que había que dar con una tralla, y de vez en cuando alguna persona mayor mandaba a los que iban en el trillo (alguna mujer o niños, y alguna piedra o saco con grano para hacer peso) que dieran con el látigo al ganado y se dirigieran por el centro o corona para trillar la parva uniformemente. Sigue leyendo «Labores agrícolas de antaño (en las eras)»

Labores agrícolas de antaño (las hoces)

Completamos la descripción sobre la siega, ofrecida en la anterior entrega, con una visión más literaria de esta tarea agrícola. En este caso, recurrimos al libro Estampas de aldea, del maestro segoviano de La Cuesta, Pablo de Andrés Cobos, reeditado por Arqueología de imágenes y que, como recordaréis, fue presentado en Otones el verano pasado.

Al mismo amanecer, en la esquina de la tierra, comenzando la jornada. El almuerzo a la salida del sol. Sobre el rastrojo se tira la tienda. Cada uno se acomoda como puede en torno al cazuelo. Las mujeres se sientan sobre las piernas, los hombres se tumban sobre el codo, los chicos en cuclillas. Un cazuelo grande llenito de sopas empimentonadas; sobre las sopas torreznos. No son todos los torreznos iguales; chiquitillos son los nuestros, los de los chicos; pero suficientes para pringar un buen cantero de pan. Un golpecito al barril y a la ducha otra vez. Sigue leyendo «Labores agrícolas de antaño (las hoces)»

Labores agrícolas de antaño (la siega)

Abrimos una nueva sección dedicada a recordar aquellas tareas que eran propias de la ocupación principal de nuestros antepasados durante el verano.

Lo haremos utilizando los relatos de los que fueron protagonistas de aquellas labores tan esforzadas y acudiendo también a otra documentación literaria y gráfica que obra en poder de nuestro Museo Etnográfico.

Comenzamos por la siega y en este caso nos serviremos de la narración de F. Molinero, publicada en El Adelantado de Segovia, el día 16 de agosto de 2000. Sigue leyendo «Labores agrícolas de antaño (la siega)»

La boda

Como en bodas andamos metidos en estos días veraniegos, nos ha parecido apropiado recordar cómo se celebraban en nuestros pueblos hace, aproximadamente, un siglo. Nos hemos servido para ello de la descripción que se hace en el libro Derecho consuetudinario y economía popular de la provincia de Segovia, publicado en 1909 por Gabriel María Vergara Martín. Sigue leyendo «La boda»

La matanza

La matanza era, sin duda, uno de los acontecimientos más importantes de la vida cotidiana de nuestros pueblos. Además de proporcionar alimento para todo el año, se vivía como una gran fiesta que congregaba a buena parte de la familia y de los amigos.

Este año, estando ya próxima su celebración el día 18 de marzo, para dar a conocer y recordar cómo se hacía, ofrecemos el excelente relato sobre la matanza que el maestro de La Cuesta, Pablo de Andrés Cobos, inserta en su libro Estampas de aldea, recientemente reeditado por Arqueología de Imágenes. Recordamos que el pasado verano tuvo lugar en Otones la presentación de este clásico de la literatura infantil de la II República con gran éxito de público. Sigue leyendo «La matanza»

El arado

Con la intención de facilitar un mejor conocimiento de los fondos que albergan los Museos Pedagógico y Etnográfico, recuperamos una antigua sección en la que periódicamente, además de recordar tradiciones, costumbres, prácticas o actividades, iremos ofreciendo información sobre los objetos, herramientas, libros, documentos, etc., que han ido configurando, en el pasado, la vida cotidiana de nuestro pueblo. Sigue leyendo «El arado»

Las igualas

Como se explica en el Museo Etnográfico de Otones, la costumbre de las igualas consistía en ajustar anualmente la prestación de determinados servicios por una cantidad de trigo o cebada. Estos contratos se solían hacer por San Miguel (29 de septiembre).

A finales del siglo XIX las cantidades que se pagaban eran las siguientes: al médico, fanega y media de trigo, por vecino; al boticario, tres cuartillas de trigo, por vecino; al veterinario, una cuartilla de trigo cada vecino que tuviera ganado vacuno, caballar, mular o asnal; al maestro de escuela, una cuartilla de trigo por cada chico de cinco a doce años de edad (de familia pudiente). Sigue leyendo «Las igualas»

El mes de mayo en la escuela

En el mes de mayo en torno al altarcito de la Virgen se cantaban las flores:

Venid y vamos todos con flores a porfía, con flores a María, que madre nuestra es.

Los niños iban a la clase de las niñas, no sin el disgusto de algunos que consideraban que eso era cosa de mujeres. El altar se adornaba con las flores que los propios escolares se afanaban en recoger en el campo. Cada uno escribía en un papelito las promesas que se hacían a la Virgen, después se mezclaban todos y al azar se volvían a coger. Sigue leyendo «El mes de mayo en la escuela»

La sierra vieja

Todos los años, en el mes de marzo, se reúnen en algunos pueblos el maestro de primera enseñanza y los chicos que asisten á la escuela para ir á merendar juntos al campo, y á esto es á lo que se da el original nombre de Sierra Vieja. Para preparar la merienda, van los chicos cantando á las puertas de las casas del pueblo; y aunque en ellas no haya muchachos, en todas les dan comestibles de diferentes clases, los cuales llevan al maestro, y le entregan además quince céntimos cada chico, para vino; el profesor prepara la merienda, compra el vino y va con los muchachos y muchachas de la escuela al campo; y concluida la fiesta, vuelve con ellos hasta la puerta del edificio donde está el colegio, y allí los despide, con lo que concluye la fiesta de Sierra Vieja. Sigue leyendo «La sierra vieja»

Los juegos de los escolares

Los recreos interrumpían y completaban los horarios de clase y estudio, alegrando la, a veces, rutinaria y aburrida jornada escolar.

Los juegos y los juguetes — qué recuerdos tan queridos nos traen a la memoria. El «escondite», el «rey puesto, rey muerto», el «pico, zorro, zaina es», el «peón», las «chapas», la «rayuela», la «chirumba», el «aro», el «tirador» o «tirachinas», los «cromos» y las «cartetas», los «juegos de pelota», el «fútbol en las eras», el «chito», las «canicas», las «tabas», … Sigue leyendo «Los juegos de los escolares»