Los recreos interrumpían y completaban los horarios de clase y estudio, alegrando la, a veces, rutinaria y aburrida jornada escolar.
Los juegos y los juguetes — qué recuerdos tan queridos nos traen a la memoria. El «escondite», el «rey puesto, rey muerto», el «pico, zorro, zaina es», el «peón», las «chapas», la «rayuela», la «chirumba», el «aro», el «tirador» o «tirachinas», los «cromos» y las «cartetas», los «juegos de pelota», el «fútbol en las eras», el «chito», las «canicas», las «tabas», …
Aunque en algunos de estos juegos también participaban las niñas, éstas tenían los suyos propios como imponía la costumbre y se inculcaba a través de los libros escolares. El «corro», la «comba», las «casitas», los «recortables», las «muñecas», los «montones», la «gallinita ciega», la «parranca», el juego de las «mamás», «botar la pelota», las canciones y rituales que acompañaban a muchos de ellos…
No era preciso disponer de juguetes muy sofisticados o muy costosos o de recintos específicos. La calle o cualquier sitio, la imaginación y artilugios muy simples — de fabricación casera en muchas ocasiones — eran suficientes para divertirse, casi siempre, al aire libre.
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