La séptima jornada festiva, la del viernes, 23, comenzó con los talleres infantiles y juveniles. Los más pequeños realizaron distintas manualidades adaptadas a su edad y los más mayores comprobaron con el microscopio los resultados de sus investigaciones iniciadas en la primera sesión.
Ya, por la tarde, tuvo lugar el esperado pasacalles en el que los integrantes de las distintas peñas, ataviados unos con sus trajes distintivos y otros con los disfraces alusivos a la década de los 60, y el público acompañante llenaron de colorido y bullicio las calles de nuestro pueblo.
Acto seguido, bailó el Grupo de danzas de Turégano. Fue un verdadero gusto comprobar cómo se están recuperando las danzas y bailes tradicionales. Nuestra asociación siempre estará ahí para apoyar estas manifestaciones de nuestra raíces.
Después de tanta actividad, había que reponer fuerzas. La cena, preparada y servida con diligencia por la junta directiva, reconfortó al numeroso público concentrado en las dependencias societarias. A continuación, llegó uno de los momentos centrales de la fiesta como es el pregón. En esta ocasión, fue pronunciado por José María Hernández, catedrático de la Universidad de Salamanca y amigo de Otones, que puso de relieve los logros, digamos socioculturales, de nuestro pueblo y nos ofreció un estudio magistral de lo que, realmente, ha de significar la fiesta, siguiendo al mismísimo Platón.
El sorteo de la nueva junta directiva también concitó el interés de todos. Buen procedimiento, acordado hace casi ya 30 años, para la gestión de nuestra Asociación.
Y, la música, el baile, la bebida, la buena compañía… , elementos centrales de la fiesta, como nos dijera el citado filósofo griego, se adueñaron del resto de la noche que estuvo animada por el grupo musical Tritón.
Y, así las cosas, llegó el sábado, 24, el día grande, el día de la función. La santa misa, cantada por el Coro de Otones «Coser y cantar», y la procesión en honor a San Benito, amenizada por la música de la charanga «Jarra y Pedal» se constituyeron en los actos centrales de la sesión matutina, en la que, por otra parte, hizo un calor abrasador. A este respecto, merecería ser tenida en cuenta alguna propuesta que se ha hecho para trasladar este acto central a unos horarios menos inmisericordes, como pueden ser los nocturnos, acompañándole de una iluminación más natural.
El vermut musical, animado por «Jarra y Pedal», fue también muy concurrido y se prolongó hasta las primeras horas de la tarde. Definitivamente, esta actividad se ha consolidado como una de las más esperadas y, por tanto, imprescindibles.
Con un tiempo suficiente para el relajo y el descanso, llegó la tercera de las funciones teatrales programadas, la protagonizada por el grupo de teatro de Navalmanzano que puso en escena una obra de producción propia, «Una familia normal», que fue del agrado del público asistente, aunque este no fue excesivamente numeroso.
El siempre esperado desfile de disfraces tampoco defraudó a nadie en esta ocasión. Muchas y muy buenas caracterizaciones hicieron disfrutar a mayores y pequeños. Destacar, particularmente, aquellos disfraces que tenían como motivo y referencia la década de los 60, en homenaje a su 50 aniversario. Otra de las actividades que no pueden faltar, aunque, tal vez, haya que revisar su ubicación.
Luppi y su orquesta, «Secuencia Show», volvieron a llenar el recinto de las cañas hasta las primeras horas de la madrugada, ofreciendo un repertorio animado, aunque no siempre actualizado, pero muy del agrado de la mayor parte del respetable que, año tras año, refrenda sus parodias y gags con su presencia. En el intermedio del baile, se sirvió un chocolate con bizcochos que, en opinión de los numerosos comensales, estaba delicioso.
La jornada finalizó con el almuerzo que los quintos ofrecieron a quienes todavía tuvieron fuerzas para ver amanecer.