En los pueblos, antes de que concluya la Cuaresma, el Ayuntamiento ajusta todos los años con el Sr. Cura lo que ha de cobrar por tener la Semana Santa, y si se ponen de acuerdo se celebran los Oficios, y si no, no. Cuando se estipula que se hagan las citadas funciones, se abona su importe en el mes de septiembre, y su precio que suele ser 18 ó 20 fanegas de trigo, lo pagan entre todos los vecinos en parte proporcional, según el número de individuos que hay en cada casa que tomen comunión. Para hacer el cobro van al Ayuntamiento y su Secretario, con el Sr. Cura y el sacristán, recogen casa por casa lo que le corresponde pagar á cada familia.
Pasada la Pascua de Resurrección, va todos los años el Párroco, acompañado de los de justicia, recogiendo por el pueblo las cédulas de comunión, y en cada casa le regalan huevos, longaniza, tocino, rosquillas y otros comestibles. Antes en todos los pueblos, y aun hoy en algunos, el señor Cura fija en un tablón en el atrio de la iglesia una lista con los nombres de los vecinos que no han cumplido con el precepto Pascual
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